Apreciadas y apreciados estudiantes UNADISTAS: El programa de psicología de la UNAD –Universidad Nacional Abierta y a Distancia- contempla cinco campos disciplinares de intervención psicosocial (intervención psicosocial en la Comunidad, Familia, Organizacional, Jurídico y Educativo), razón por la cual se hace necesario debatir y precisar a qué nos referimos cuando hablamos de lo psicosocial, al momento de abordar un fenómeno social determinado.
Con base en este propósito, estoy citando la obra y pensamiento de Berta Lucía Castaño Henao - (A propósito de lo psicosocial y el desplazamiento). La autora brinda herramientas teóricas y conceptuales muy útiles para la formación disciplinar.
A propósito de lo psicosocial y el desplazamiento: Desde tiempos inmemoriales se sabe que los comportamientos de las personas dependen del ambiente que las rodea y de su alma, mente o configuración psíquica. Con el avance del conocimiento científico se ha logrado la interrelación entre los aspectos puramente biológicos y los psíquicos, y entre éstos, las condiciones de vida tanto sociales como culturales, económicas y políticas.
Contemporáneamente desde mediados y finales del Siglo XX en América Latina, la psicología ha demostrado su preocupación por la respuesta emocional que tienen las personas ante las prácticas de atemorización y victimización, y empezaron un acercamiento profesional y comprometido con la situación de esas personas. En el fondo de ello está la solidaridad con el dolor ajeno.
El término psicosocial surge entonces en América Latina vinculado de manera estrecha a situaciones de conflicto, como la guerra, y tiene connotaciones políticas.
A principios del Siglo XX, Freud planteó sus observaciones acerca de las huellas que dejan los diferentes eventos de la vida en las personas, en lo que él llamó neurosis traumática. Por primera vez se planteó la causalidad psíquica de los procesos mentales y se reconoció la actividad intrapsíquica, como la condición del trauma individual, lo cual lo hace único. De allí que la manifestación postraumática de una persona dé cuenta de su vida interior.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Bethelheim –psiquiatra sobreviviente de los campos de concentración nazis, planteó que el evento traumático es una constante sucesión de hechos dolorosos destinados a producir sensación de amenaza vital. El extermino diario de personas crea un clima psicosocial que él llamó “situación límite” y que se caracteriza por un escenario de extremo riesgo vital para todos, del cual no se puede escapar.
Bethelheim –argumenta que la traumatización psicológica debida a desastres producidos por los seres humanos es única. Utiliza los términos situación extrema para describir la desesperanza y los sufrimientos inescapables de las víctimas aterrorizadas por los otros seres humanos.
Hans Keilson, habla de la traumatización secuencial, y dice que las condiciones sociopolíticas son las que producen descarga traumática sobre el sujeto.
Keilson se refiere a tres secuencias traumáticas: La primera expresada en el impacto de la experiencia bélica, la segunda, los hechos de sangre durante la ocupación; y la tercera, las consecuencias psicosociales posteriores.
En casa secuencia la población se ve afectada, vive un estrés continuo de gran intensidad debido a la situación permanente de amenaza vital en el tejido social. En estas condiciones los trastornos psicológicos individuales pueden potenciarse, cronificarse y proyectarse como daño transgeneracional a la descendencia.[1]
El hecho de que la experiencia traumática siga operando en la conciencia espontánea y en el inconsciente colectivo, después de muchos años de haber finalizado los eventos violentos, es la base de su trascendencia a las nuevas generaciones. –Citando a la autora Castaño (casos como el de Bojayá y de las masacres en Córdoba y Urabá durante los años noventa).[2]
Trasladándonos a América Latina, a finales del siglo XX aparece la traumatización extrema describiendo un proceso individual y colectivo en el contexto de una realidad social.[3] Implica entonces un rescate del trauma intrapsíquico en el marco de un proceso sociopolítico. Así, desde una perspectiva de salud mental se llegó a la denuncia de la violencia de los derechos humanos.
Ignacio Martín Baró, psicólogo salvadoreño (trauma psicosocial), traslada el tema del trauma psíquico a la América Latina de finales del siglo XX. Da un nuevo marco de referencia sociopolítico y psicosocial.
Plantea igualmente una visión de proceso de la experiencia traumática y reconoce ciertas etapas de este proceso. Ubica el punto de referencia en la estructura socioeconómica.
Para él, la violencia estructural que emerge desde el seno de la formación económica propia de la sociedad salvadoreña, es la que constituye el punto de arranque de una cadena de violencia social que expresa y da sentido en última instancia a la guerra civil.[4]
El trauma es necesariamente un proceso en el tiempo, que afecta de modo global toda sociedad, pero tiene características diferentes de acuerdo con los grupos y las clases sociales en pugna, de manera que es posible encontrar formas específicas del daño de acuerdo con esa pertenencia social. Esto da origen a una psicología social diversificada y no uniforme para todo el cuerpo social.
El evento traumático es vivido por el sujeto social en una forma individual y colectiva. En el ámbito de sus familias, grupos y colectividades se generan respuestas que a su vez modifican la dinámica social, ya que no se trata de individuos asociales que viven el drama de la violencia en una forma autista, sino que elabora la experiencia de una manera peculiar pero social.
El análisis psicosocial en contextos de violencia y de guerra tiene que llevar al análisis de las condiciones sociopolíticas y económicas que están en la base de esa violencia y a la forma como se da el conflicto en una sociedad determinada.
En América Latina, surge el concepto de neurosis de guerra, a partir de las dos guerras mundiales, y da origen al síndrome de estrés postraumático, por parte de la psiquiatría norteamericana.[5]
Así concebido, el término psicosocial ingresa al campo de la ayuda humanitaria, como manifestación del desarrollo cultural de Occidente; nace con la modernidad y está íntimamente ligado con el desarrollo de los derechos humanos.
De esta forma, el concepto de trabajo psicosocial es un cruce de caminos entre los derechos humanos, la filosofía, la ciencia y la política. Al igual que todas ellas, implica distintos conceptos de libertad y diferentes paradigmas de dignidad.
Los conceptos de autonomía, libertad y respeto sustentan la ética del trabajo psicosocial.
Estos principios se erigen como principios en la concepción moderna de la persona: la dignidad, como autonomía y como inherente a todo ser humano, adquiere una categoría ética, jurídica, política y psicológica. La dignidad es el valor intrínseco fundante de los derechos humanos, y la libertad es el hilo conductor para diferenciar clases de derechos.
El concepto psicosocial sería entonces una forma de entender las respuestas y los comportamientos de las personas en un contexto cultural, político, económico, religioso y social determinado.
El concepto psicosocial tiene dos componentes lingüísticos que denotan los dos aspectos clave en la comprensión del fenómeno humano.
Por un lado, el prefijo psico- se refiere al aspecto subjetivo de la persona y, por otro, la palabra social hace relación a esa persona dentro de un mundo con el cual se relaciona y que le da sentido de pertenencia y de identidad.
En el aspecto psi caben las diferentes categorías médicas y psiquiátricas, las cuales, de hecho, se encuentran y se presentan por la conjunción de características individuales con situaciones particulares.
En el aspecto social entrarían todas las categorías sociales que le darían un sentido histórico y político.
En Colombia el trabajo psicosocial se inició con una mirada médica-psiquiátrica con tinte académico a la cual se le añadió la mirada desde la psicología y desde otras disciplinas, se nutrió de los desarrollos de otros países latinoamericanos y en el mundo, de modo que a la mirada psi se le adiciona la social y se establece el concepto.
La popularización del término dio pie a que con relativa frecuencia se pretenda hacer análisis y trabajo psicosocial sin conocer en realidad su dimensión y su significado. Así, se denomina psicosocial a cualquier actividad que tenga al parecer un efecto beneficioso para el ánimo y la condición de la vida de la gente, sin tener en cuenta en qué medida ese supuesto beneficio realmente contribuye a desarrollar capacidades locales, familiares y personales.
Con base en el pensamiento de la Dra. Bertha Lucía Castaño, ¿Qué entendemos las y los unadistas por intervención psicosocial en el contexto comunitario, familiar, organizacional, jurídico y educativo?
Escribir los comentarios en el cuaderno viajero. –José Gañán Bedoya.
[1] Madarriaga, Carlos. “Trauma psicosocial, trastorno de estrés postraumático y tortura”. Chile: Cintras, serie de monografías, 2002.
[2] Castaño, Betha Lucía. Médica psiquiatra de la Corporación AVRE. A propósito de lo psicosocial y el desplazamiento, Pg. 190.
[3] Castaño H., Bertha Lucía, Jaramillo, Luis Eduardo; Summerfield, Derek. Violencia Política y trabajo psicosocial. Aporte al debate. Bogotá: Corporación AVRE, 1998.
[4] Madarriaga, Carlos. “Trauma psicosocial, trastorno de estrés postraumático y tortura”. Chile: Cintras, serie de monografías, 2002.
[5] Castaño H., Bertha Lucía, Jaramillo, Luis Eduardo; Summerfield, Derek. Violencia Política y trabajo psicosocial. Aporte al debate. Bogotá: Corporación AVRE, 1998.
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